miércoles, 7 de noviembre de 2018

La imagen de ajedrez del Día


Fabiano Caruana y el modelo de Bobby Fischer
David Llada


El ajedrecista, criado en Brooklyn, aspira a destronar a Carlsen en el Mundial

La descripción de un joven de 27 años que es famoso, millonario, modelo e imagen de una marca de ropa, y que se codea con celebridades de todo el mundo, probablemente nos llevaría a pensar inmediatamente en alguna nueva estrella de fútbol, el cine o la música. Pocos imaginarían que este perfil responde al del campeón mundial de ajedrez, Magnus Carlsen, que esta semana emprende en Londres la defensa de su título, en un duelo al mejor de 12 partidas ante el aspirante, el americano Fabiano Caruana.

No es exagerado decir que Noruega vive inmersa en una Carlsenmanía, un fenómeno que comenzó antes incluso de que Magnus se convirtiera en campeón. Su creciente popularidad llevó el ajedrez a los principales canales de televisión y, durante el último lustro, los torneos que disputa son retransmitidos en directo. Este fenómeno es visto con envidia desde Estados Unidos, que desde la luminaria Bobby Fischer no ha vuelto a tener un gran campeón en el boxeo mental. Pero la situación actual es muy diferente a la de los años 60 y 70.

Entonces, en plena guerra fría, un lobo solitario del tablero consiguió superar a toda la armada soviética: Fischer surgió, como Carlsen en Noruega o Anand en la India, prácticamente de la nada. Ahora, la situación se ha invertido: Estados Unidos se ha convertido en la nueva superpotencia de este deporte, superando a Rusia en el ránking y anotándose oro y plata en las dos últimas Olimpiadas. Caruana es sólo la punta de lanza de una generación prodigiosa, que incluye a otros jugadores en el top ten.
Modernización

Sin embargo, este dominio en lo deportivo ha tenido poco efecto en la popularidad del ajedrez en ese país: aunque cada vez está más extendido como herramienta educativa, al deporte mental siempre le ha costado encajar en la mentalidad americana. Muchos esperan que una victoria de Caruana, combinada con una modernización en la forma en que se retransmite el ajedrez, pueda ser la chispa que encienda una pequeña revolución. Los canales especializados, en plataformas como Twitch y YouTube, han empezado a proliferar y dan un nuevo impulso a este juego centenario. El auge de los eSports ha creado también una corriente a la que el ajedrez está consiguiendo engancharse.

Esta revolución ya tiene un nuevo líder: Arkady Dvorkovich, antiguo viceprimer ministro ruso y presidente del Comité Organizador del pasado Mundial de fútbol, fue elegido recientemente nuevo presidente de la Federación Internacional (FIDE). Este organismo llevaba desde 1995 en manos del excéntrico Kirsan Ilyumzhinov, y en los últimos años la corrupción y la inoperancia le estaban pasando seria factura. El match entre Kasparov y Short en 1993 en Londres repartió 1,8 millones de libras en premios; el duelo entre Kasparov y Kramnik en 2000, también en Londres, dos millones de dólares. En cambio, el encuentro entre Carlsen y Caruana tendrá en juego «sólo» un millón de euros, pero puede suponer un punto de inflexión.


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