Para vos y familia
¡UN FELIZ 2014!
Como no me resulta prácticamente posible dirigir un mensaje personal a cada uno de los 6000 familiares, amigos y lectores de N.C., envío un mismo mensaje a todos ellos, pero incluyendo en él un cuento optimista que escribí hace varios años y espero no hayas leído todavía.
Él nació como consecuencia de un hecho real. Mi amigo Víctor vendría a casa al medio día, pero antes yo debía hacer un trámite en el Banco. El trámite se demoró más de la cuenta y mi amigo se preocupó mucho porque a la hora del encuentro yo no atendía su llamado desde la puerta de mi departamento. Tanta fue su alarma que intentó ponerse en comunicación con mis hijos...
Ni bien llegué a casa, lo primero que hice fue llamar a mi amigo y después escribir este cuento...
ESTOY DE VUELTA…
Querido Víctor:
Estoy de vuelta, no te alarmes…no he desaparecido…
Resulta que vino a buscarme la parca, pero no ésa de la guadaña y larga vestimenta negra, sino una bella mujer que golpeó a mi puerta con un envoltorio en su mano. La hice pasar, abrí el paquete y descubrí la hermosa lira que me trajo de regalo, de ésas que acompañan a los mortales mientras se elevan a las alturas del más allá.
¡Pero yo no sé tocar!, le dije enseguida, ni siquiera la guitarra que guardo en casa ilusionado desde aquel día que intenté en vano convertirme en eximio ejecutante… ¡No importa!, me contestó, yo te puedo enseñar!...
La puso en mis manos, pero... pudieron más sus atractivos... Eran más dulces las melodías que logré acariciando sus manos, su cuerpo y no sigo, pues la emoción me embarga... ¿Has escuchado alguna vez la “novena sinfonía” o el “adiós nonino” como yo en ese trance?...
Tomé después la lira y comencé a elevarme mientras las pulsaba, a ella y a la lira... Pero, ¡oh desilusión!, a medida que iba tomando altura y el barrio comenzaba a divisarse cada vez más pequeño (una especie de zoom sin retorno), mi visión de la hermosa muchacha fue desdibujándose hasta convertirse en una sombra, toda de negro y fea como es la imagen de la parca, ésa de la guadaña, que “te da cita” como dice el tango... Ni siquiera me dio tiempo para preguntarle si allá arriba se jugaba al ajedrez, si una computadora me permitiría seguir comunicándome con los míos o si la arquitectura podría desempeñarse en esas alturas…
Quise acudir a mi ángel guardián, pero -¡oh, la decadencia de los tiempos!- supongo que estaría muy ocupado en otros menesteres porque, por más que lo llamé, no acudió en mi auxilio. Me acordé entonces de Beethoven, que me había inspirado tantas veces, pero nada... Pasaron luego por mi mente Moreno, Sarmiento y otros próceres que conocí a través de los retratos de la escuela. ¡Cómo me iba a ir antes de celebrar el “25 de mayo”, fecha que hoy podría coincidir con el reencuentro de los argentinos en la senda de su recuperación!... Pero nada...
Sólo inocentes pájaros revoloteaban a mi alrededor... ¿Y quieres saber lo que pasó? Pues que uno de ellos, de incomparable belleza, se acercó a mí para preguntarme en voz baja: “¿has cumplido con tu misión en la vida?” Aunque me pareció un sueño, atiné a contestarle: “he hecho lo posible, pero ¡tanto me falta por hacer!... No he terminado el número de "Nuestro Círculo" y tengo pendientes algunos planos... Rácing no está bien... Mi novia está esperándome... Y mis más caros sueños aún siguen sin cumplirse...
Parece que mi respuesta obró milagros, porque una bandada de pájaros se abalanzó sobre la parca llenándola de picotazos... hasta que el zoom invirtió su signo y comencé a bajar lentamente... ¡No fuera a pasar que me salvara de la parca y me estrellara contra el suelo de mi amada tierra!...
Finalmente llegué a mi destino habitual. Aterricé sobre la vereda de Yatay, frente a mi casa, que nunca me pareció más linda. Me encontré con la gente de la calle y mis vecinos, que no se habían enterado de mi reciente aventura. Nunca los vi tan hermosos y humanos, con todos sus defectos y virtudes... Ya en mi hogar, todo pareció lucir mejor y nuevas esperanzas me impulsaron... Podría seguir soñando con un país mejor, en un mundo mejor, sin guerras y sin hambre...
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Desperté sobresaltado de un sueño que me transportó a la realidad... Sobre la mesa del escritorio aguardaban mis trabajos, la computadora que la encendiese y mi canario su ración diaria entonando cantos que me sonaron como las más hermosas sinfonías...
¡Qué linda es la vida, amigo!
Arqto.Roberto Pagura