sábado, 15 de marzo de 2014

Torneo Internacional de Ajedrez - Viña del Mar 1945 - Dr. Karel Skalicka






Amigos ajedrecistas, este libro me lo envió un colaborador de nombre “papato”, el escaneo no era el mejor, le pedí que si lo podría volver a escanear con las especificaciones adecuadas, no recibí ninguna respuesta, después de ya hace bastante tiempo, decidí tratar de ver qué se podía rescatar, los gráficos eran inelegibles por lo que los sustituí, falta la página 86, pero adjunto un documento con las partidas que no están completas, lo rescaté porque en este torneo participó uno de los más grandes ajedrecistas y escritores de mi país, Don Joaquín Gutiérrez Mangel, con quien tuve la oportunidad de compartir muchas veces, Don Joaquín, tenía la fuerza de un Gran Maestro, por cosas de la vida no pudo ostentar ese título, pero lo pudo haber logrado con facilidad, de mi parte, no puedo hacer más por el libro, espero que haya valido la pena el esfuerzo.
Prof. José Luis Matamoros B.

Fue el deporte-ciencia el que llevó a Joaquín Gutiérrez fuera de su patria. Primero salió a Argentina a participar en la Olimpiada Mundial de Ajedrez de 1939 y tenía todo arreglado para, una vez finalizada la competición, zarpar a Francia donde le esperaba un trabajo que le daría un pariente de su madre en los Alpes, «en una fábrica de peines y peinetas», pero el 3 de septiembre estalló la Segunda Guerra Mundial. Todos sus planes se derrumbaron. Más tarde, recordaría:


«Me veo a mí mismo sentado, solo, en una banquita de un parque de Buenos Aires. ¿Qué diablos podía hacer, si el destino me cuiteaba de modo tan inconsulto e irresponsable? ¿Volver a Costa Rica? ¡Jamás! Me habían despedido hasta con lágrimas pensando que yo partía para siempre, ¿cómo iba a llegar de vuelta al mes con el rabo entre las piernas? Niet, never; nikagdá, jamais! ¿Y entonces? Al fin di con lo que era por lo menos una cuasi solución. En el viaje de ida a Buenos Aires había pasado por Chile, en donde acababa de salir electo presidente don Pedro Aguirre Cerda, el candidato popular; en Santiago estudiaba economía mi primo Quique Mangel, y además, a mi paso había encontrado estupendas a las chilenas y, tercero, el vino era buenísimo y valía menos que un refresco. En vista de razones tan poderosas, al día siguiente de la clausura de la Olimpiada, me fui en el tren trasandino, cruzando la interminable pampa argentina, y remontando, ¡qué impresionante! la cordillera de los Andes, con todo y ese fulano, el más alto del continente americano: el Aconcagua y sus 7.010 metros. Llego así, el 21 de septiembre de 1939, el mismo día en que llegaba la primavera, a la estación Mapocho de Santiago de Chile. Busco un hotelito barato, cercano a la estación y me encuentro con el Bristol -que aún existe-. Entro, me ponen delante un libraco en donde debo escribir todos mis datos, llego hasta profesión u oficio, y me detengo... ¿Qué puedo poner? ¿Ajedrecista? ¿Caminante en Broadway? ¿Poeta con dos pinches libritos publicados? Ser comunista no es un oficio y mi trabajo en el Banco de Costa Rica no justifica poner banquero. ¿Entonces? Dudo. Me demoro. El hotelero ya está frunciendo el ceño, y de repente, sin pensarlo más, escribo con letras grandotas: NIGROMANTE. El hombre le da vuelta al libro, lee lo que he escrito y levanta una ceja. Me mira. Levanta la otra. Lo miro. Turulato trata de disimular su total ignorancia de aquel oficio que suena tan majestuoso y al fin se resigna, cierra el libro y me da la llave del cuarto.

Don Joaquín Gutiérrez, viajó a Nueva York en el año 1936 a estudiar periodismo, ahí acudía a jugar ajedrez al club de ajedrez de Frank Marshall. Marshall pronto se interesó por el estilo agresivo de Gutiérrez y jugaban partidas rápidas por largas horas.


Muchas veces conversé con Don Joaquín, me contó tantas anécdotas de su vida, le tocó jugar un match de desempate por el Campeonato Nacional de Costa Rica haya por los años 76’s con el hoy MI Jaime Vaglio (con solo 20 años), lo perdió, le pregunté “que ha pasado”, tenía ya casi 60 años, me dijo “en la primera hora y media no tengo problema (se jugaba a 2 horas y media para las primeras 40 jugadas), me siento bien y con fuerza, pero después ya no puedo, no puedo concentrarme, me falla la memoria, la cabeza me da vuelta y me debilito, empiezo a cometer errores”. Don Joaquín Gutiérrez fue Campeón de Costa Rica en el 1938.

Don Joaquín Gutiérrez es uno de los escritores más importantes de Costa Rica, su obra cumbre Cocorí (1947), es la obra más traducida de la literatura de Costa Rica. Recibió el Premio Casa de las Américas en 1978 por la novela Te acordás, hermano, y el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Costa Rica en 1992.

Falleció 16 de octubre del 2001 a los 82 años.

Libro: 


1 comentario:

Anónimo dijo...

Que interesante libro!

Gracias.