Sonja Graf, el
ajedrez y la búsqueda de la libertad
Sonja Graf, excepcional personaje de la historia del
ajedrez, falleció en Nueva York, hace hoy exactamente 53 años.
Nacida el 16 de diciembre de 1908, en Múnich, Alemania, vivió
una infancia difícil, sometida por un padre abusador y alcohólico, pero al
entrar en su primera juventud halló en el ajedrez (juego que, curiosamente, le
enseñó su padre) un cobijo para sus penurias y, de alguna manera, una vía para
alcanzar la libertad. Así, comenzó a frecuentar los cafés de su ciudad en los
que se practicaba el juego, demostrando paulatinamente interesantes cualidades
y progresos. Siegbert Tarrasch, uno de los más grandes ajedrecistas de su
tiempo, advertido sobre las cualidades de la joven, la hizo su discípula, y así
pudo Sonja absorber con pasiónlas enseñanzas del famoso “Maestro de Alemania”.
Antes de cumplir 20 años, Sonja ya era campeona femenina de
Munich y había derrotado en simultáneas al conocido maestro Rudolf Spielmann.
Lanzada como profesional del juego, comenzó a viajar por Europa participando en
los pocos certámenes femeninos que se organizaban y dando algunas exhibiciones.
Eran épocas en donde resultaba una verdadera extrañeza que una mujer jugara
ajedrez, y más aún si jugaba bien, por lo que su figura llamaba mucho la
atención en todos lados. Es más, su innata rebeldía y afán de innovación, la
llevaron a adoptar el hábito de vestirse con ropas masculinas, hecho impensable
para la pacata sociedad de su época y lo que dio mayor relieve y colorido a su
rica personalidad. Cuando alguna vez le preguntaron por qué motivo lo hacía,
contestó simplemente: “para sentirme más libre”.
Ya en 1934 jugó y perdió un match contra la indiscutida
Campeona del Mundo, Vera Menchik, por lo demás, la única mujer durante
muchísimos años en batirse de igual a igual con jugadores hombres de primer
nivel. En 1937 volvió a jugar con la campeona, esta vez con el título en juego,
pero pese a oponer una enconada resistencia volvió a caer, aún por una mayor
diferencia.
De esas épocas, las mejores de la carrera deportiva de Graf,
son resaltables sus triunfos en Semmering 1936 (en donde no jugó Menchik) y el
tercer puesto obtenido en el Campeonato Mundial femenino en 1937. Jugó también,
debido a sus éxitos, algunos torneos de varones, aunque su producción fue
pobre.
Pero un punto de inflexión no solo en su carrera sino en su
vida misma, fue el Campeonato Mundial femenino jugado en Buenos Aires en 1939
(en la época de la realización del Torneo de las Naciones absoluto). En el
mismo, se negó a jugar bajo bandera alemana, exigiendo una bandera “Libre”,
como protesta contra el régimen nazi imperante en su país, y realizó una
espectacular performance (+16, -3), alcanzando el segundo puesto detrás de la
imbatible Vera Menchik. Sin embargo, más importante aún para Sonja fue su
decisión, como la de tantos otros maestros, de no regresar a su patria, a raíz
de la invasión de Polonia, preludio del estallido de la Segunda Guerra
Mundial en Europa, ocurrida durante el transcurso del certamen.
Permaneció un tiempo en Argentina, donde publicó dos libros:
“Así juega una mujer” y “Yo soy Susann”, este último haciendo referencia a su
verdadero nombre de nacimiento y relatando las tristes experiencias de su
infancia.
Se trasladó poco después a los EEUU, se casó y tuvo un hijo.
Continuó su carrera de ajedrecista, aunque sin la intensidad de sus años
juveniles. Y aunque dejó de participar en torneos internacionales, obtuvo el
Campeonato femenino de California (donde vivía) en 1956, compartió el título de
campeona estadounidense con Gisela Kahn en 1958 y lo ganó en solitario en 1964,
año en que se mudó con su familia a la ciudad de New York, donde se dedicó a
impartir clases de ajedrez hasta su prematura muerte, ocurrida en 1965.
Sonja Graf fue un ejemplo de coraje y determinación, que
supo abrirse camino a puro talento en el difícil mundo del ajedrez competitivo
de principios del siglo XX.
Por Horacio Olivera
Ajedrez 11
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