lunes, 14 de septiembre de 2020

COLABORACION No. 309 “Colección de Papá”- Sergio Coellar

“En algún momento incierto, el juego llegó a Persia y, quizá por la tendencia dualista de su religión, los cuatro ejércitos se agruparon en dos, con las piezas duplicadas a cada flanco del rey. Este juego, denominado shatranj, ya se parecía bastante al ajedrez moderno. Simétricamente, a cada lado se situaban el elefante, el caballo y la torre. Delante de esta fila se situaban los ocho peones. Además, junto al rey (shah) se añadió la pieza del sabio o visir.
En el siglo VII, los árabes conquistaron Persia y el shatranj se difundió rápidamente por todo el dominio musulmán. Los árabes no variaron las reglas ni el nombre persa de las piezas, pero sí cambiaron su aspecto, estilizándolas hasta hacerlas casi irreconocibles en algunos casos, para cumplir la norma coránica que prohíbe la representación de seres vivos.
Desde el mundo musulmán, el juego fue llegando a los reinos cristianos durante los siglos X y XI. Al principio, más que por el propio juego, los cristianos estaban fascinados por las piezas. En las Iglesias, se conservaban junto a las demás reliquias y los nobles las consideraban tan importantes como para incluirlas en el testamento, sobre todo las que estaban realizadas en marfil de elefante, cristal de roca y otros materiales valiosos.”

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